Por mucho que exista ese cliché en el mundo de los seguros, no hay una fórmula exacta para calcular la compensación que le puede corresponder tras un accidente. Los agentes que se ocupan de esas cuestiones, sí disponen de programas informáticos que les pueden dar una cantidad aproximada, aunque la determinación final siempre depende de varios factores que hay que tener en cuenta.
En el caso de que haya cuestiones médicas de por medio, un experto de seguros hará sus cálculos siempre de acuerdo a determinadas fórmulas, que en general siempre siguen un determinado patrón. Se denominan “daños médicos especiales” y vienen en diferentes categorías.
Si los problemas médicos son de carácter leve y el dolor y la incapacitación laboral no es excesiva, el asegurador multiplicará la cantidad de daños especiales por entre 1.5 y 3, y hasta por 5 si el caso es particularmente serio o de larga duración. Una vez que tiene esa cantidad en la mano, le añadirá todo lo que vaya a dejar de percibir la víctima del accidente como consecuencia de no haber podido ir a trabajar.
Eso es una cantidad simbólica para comenzar a negociar que puede dar muchas vueltas hasta que se convierta en una cifra definitiva. El hecho de que multipliquen por 1.5 o por 5 hace que los números fluctúen de forma constante y que haya que añadir otros factores como los daños causados al vehículo o la evolución del paciente. Si se recuperar rápidamente, la factura será menor, pero si la lesión es permanente, la cantidad puede resultar astronómica para la aseguranza.
Ese número final pasará por muchas revisiones, puesto que las compañías de seguros no están dispuestas a soltar ni un centavo más del necesario, y previsiblemente por muchas manos, desde los agentes de seguros hasta las partes implicadas en el accidente y los médicos que traten a la víctima o víctimas.